Abordar un proyecto para una boda es siempre interesante: el número de piezas, la técnica a aplicar, los colores elegidos por los novios, el aroma, la envoltura...
Fabricar, artesanalmente, tantos kilos de jabón es un reto y una gran responsabilidad frente a quienes confían en ti para que les hagas unos jabones maravillosos para agasajar a sus invitados el día de su boda. Y ahí está el jabonero sólo ante el peligro; tiene que hacer unos jabones únicos, de ensueño, de estupenda calidad y que huelan fenomenalmente, así que manos a la obra...
Primero, pienso en la gama de colores y en los aceites esenciales que vayan con la época del año y cuento con el gusto de los novios, luego la fórmula... compruebo los materiales necesarios y voilà... llega el día o los días, en este caso, en que has de hacerte quince kilos de jabón... y todo se organiza concienzudamente.
Preparas los moldes...
Dejas lista la combinación de aceites esenciales que has diseñado en exclusiva para la boda. Es una labor de perfumista, una alquimia en la que combinas notas altas, medias y bajas para btener un olor que enamore y perdure en el jabón.
Un 4% del total de la fórmula en aceites esenciales es una fuerte inversión y es la que añado. He mezclado Limón, Lima, Citronella, Lemongrass, Lavanda, Lavandín, Árbol del té y Cedro del Átlas.
Me gusta hacer mis propias mezclas de perfumería para jabones, ir probando hasta dar con un olor con alma que sean el sello de mis jabones cuando se les quita el envoltorio, porque la estética ya se aprecia, a primera vista, pues los recubro con papel transparente.
El sobre engrasado...
Los colorantes, aceites y mantecas derretidos en sus cubos.
Cinco kilos hicimos, en cada uno, y el aceite último que calentamos, cuando nos interesó por la temperatura de la sosa, para igualar con la temperatura de las grasas, ya calientes.
La fórmula utilizada es de oliva, coco, palma, almendras dulces, germen de trigo y mantecas de cacao y karité. No se ahorra nada para fabricar un jabón de boda de altísima calidad.
Conté, ese día, con la ayuda inestimable de mi alumna Graciela que vino desde el Puerto de Santa María (Cádiz) para ayudarme. Ella es una gran jabonera, templada y minuciosa.Ya veréis, cuando publique el Taller de el diseño en el jabón qué maravillas hizo.
En la imágen, Graciela preparando la sosa en dos veces, pues todo se hizo por dos, dadas las cantidades que manejábamos.
Nueve colores, contando con el blanco. Tres tonos de rosa, dos de naranja, un lila y dos verdes.
En la imagen, cinco kilos de jabón. Los otros cinco restantes de blanco, así que un cubo para el color y otro cubo para el blanco.
Las trazas vertidas en sus moldes; es la hora de la verdad, queda firulear y listo.
Una primera pasada en zig zag y una segunda en remolinos. Se limpian los bordecillos del papel y finalizado.
Detalles de los firulillos.
Estábamos felices aunque cansadas y los cajones preciosos!
Al día siguiente, había que cortar, pero lo pospondré para terminar con el tercer cajón de jabón y luego pasamos al corte.
Tras seguir los mismos pasos anteriores, sin la ayuda de Graciela que ya estaba de camino a Israel de vacaciones y a la que eché de menos, éste fue el resultado del firulillo del tercer cajón.
La luz de la mañana es otra y se puede apreciar el dibujo tan hermoso que quedó, cuyo detalle abre esta entrada.
Y ahora sí, el corte... Ardua tarea la de cortarse quince kilos de jabón, artesanalmente, como el resto del proceso...
Se procede a cortar los bloques en barras.
Luego dividiremos las barras obtenidas en los tamaños que hayamos elegido y, por último, a cada sub-bloque se le van cortando las pastillas. En la imagen, el magnífico cortador de Maku, de Los jabones de Casa. Recordar que ha publicado, recientemente, un fantástico curso on line, esta vasca jabonera de categoría, a cuyo acceso podéis informaros desde mi blog, y desde los de otros jaboneros.
El problema de corte reside en que los jabones, cuyo diseño es horizontal, hay que cortarlos en horizontal y es bastante complicado hasta que se tiene mucha práctica. Se puede llevar el triple de tiempo que un corte vertical donde no hay que retirar ni la capa superior ni la inferior ni, tampoco, la de los laterales.
Jabones únicos, no hay dos iguales.
El anverso y reverso de los mismos, paso a paso.
El tercer cajón recién cortado.
Tras curar durante un mínimo de seis semanas, se limpian con un paño para quitarle todas las mijitas de jabón que puedan quedar del corte, se envuelven, se etiquetan y se presentan de acuerdo con el gusto de los novios. Todo se hace de forma artesanal, lleva muchísimas horas envolver tantísimos jabones de este modo, un palizón, pero el resultado merece la pena.
Y este ha sido el resultado del proceso. He puesto todo mi saber jabonero, mi cariño y mi esmero en que los novios tengan los mejores jabones de boda que pudieran imaginar. Y lo mejor de todo es que he disfrutado mucho de estos diseños y de la belleza de cada pieza.
Los jabones viajaron hasta Murcia, llegaron en perfectas condiciones tanto estos como las etiquetas, pues estaban concienzudamente embalados. Los novios estaban encantados y la novia, Noelia, que había seguido todo el proceso por e-mail, al que le iba mandando fotos, me llamó emocionada y muy feliz al abrir la caja. Ya estarán casi de vuelta del viaje de novios, espero tener, pronto, noticias de ellos.
Noelia, J.Fran os deseo mucha felicidad en vuestra nueva vida de casados y os agradezco la confianza al encargarme vuestros jabones de boda.
Besos para todos!